sábado, 4 de julio de 2009

Adicta

Me llamo Belén y soy adicta.

Todo comenzó una tarde de septiembre de 1982 en el patio de Carlitos. "¿Jugamos a las prendas?". Éramos tan pardillos con catorce años que los "castigos" más perversos que se nos ocurrían eran arrancar un fruto de la higuera que había en uno de sus extremos y aplastarlo con la mano. Cuando llegó mi turno, alguien dijo: "Fúmate un cigarro". No recuerdo cuál o cuáles de mis amigos de entonces fumaba ya, pero puedo reproducir palabra por palabra mi reacción nada más pasar la "prueba": "Nunca volveré a fumar". ¡Ilusa!

Veinte años más tarde me desperté durante varios días con las piernas arañadas. Mi ansiedad era tan enorme que ni los parches de nicotina, ni la homeopatía, ni la asistencia a las reuniones del grupo de apoyo municipal al que me había apuntado, ni la lectura de Es fácil dejar de fumar si sabes cómo, de Allen Carr -que, paradójicamente, murió en 2006 a causa de un cáncer de pulmón- evitaron que pasara un mes dificilísimo y que ahora tenga que someterme a un férreo programa de ejercicio y dieta para perder todos los kilos que he cogido desde que dejé de comprar tabaco. Y no se puede decir que no hiciera todo lo posible para que mi deshabituación fuera llevadera.

El empleo en los últimos años de herramientas como la tomografía de emisión de positrones para estudiar el cerebro de los fumadores ha permitido descubrir que cuando se da una calada a un cigarrillo la nicotina se une al 30% de los receptores de acetilcolina de tipo nicotínico (o nAChR). Ello produce una descarga de dopamina, un neurotransmisor asociado a los mecanismos de recompensa y, por tanto, al placer.

Fumarse un pitillo entero activa el 88% de los nAChR y consumir tabaco hasta hartarse eleva el porcentaje hasta el 99%. Este es el mecanismo que explica la adicción al tabaco. No conozco a ningún fumador que no se encienda un cigarrito en momentos de estrés. Y la nicotina no es una sustancia relajante, sino todo lo contrario. Pero dejar de consumirla provoca ansiedad. Por eso fumar nos relaja.

La liberación de dopamina que provoca la nicotina es similar a la que ocasiona el consumo de alcohol, de cocaína y de heroína. ¿Qué diferencias hay entre un adicto a la nicotina y un alcohólico? Sospecho que simplemente factores relacionados con la integración social, con los efectos que provoca en su conducta y con la velocidad a la que el consumo de cada una de estas drogas deteriora su organismo. Pero en lo que se refiere al "enganche" que provocan son parecidísimas.

Para colmo, sabemos que, aparte de la nicotina, el tabaco contiene más de 4.000 sustancias tóxicas, 19 de ellas carcinógenas y muchas aún sin identificar. Algunas son añadidas por los fabricantes para potenciar la naturaleza adictiva de sus productos. Actúan como una verdadera mafia. En 2001 el Parlamento checo aprobó un documento redactado por una agencia a sueldo de una de las principales tabacaleras del mundo, Philip Morris, en el que se ponía de relieve el gran ahorro que suponían para las arcas públicas las muertes prematuras de los fumadores: millones de dólares procedentes de pensiones de jubilación que nunca serían pagadas.

Pero las autoridades de muchos países han calculado lo que les cuestan los tratamientos contra el cáncer y las dolencias respiratorias y cardiovasculares que provoca el consumo de tabaco y no les salen las cuentas. Por eso en la mayoría de los países que se autodefinen como "civilizados" han puesto en marcha campañas antitabaco. Está muy bien que velen por la salud de los ciudadanos y por la de los presupuestos estatales, pero no me parece ni justo ni eficaz que en muchos casos lo hagan criminalizando a los fumadores, que, al fin y al cabo, son -somos- adictos.

Considero muy acertado tomar medidas para que los adolescentes no empiecen a fumar. También lo es proteger a los no fumadores de los malos humos del tabaco... pero sin histerias paranoicas ni tonterías como sustituir la característica pipa del cineasta francés Jacques Tati por un molinillo de viento en los carteles que anuncian en París una exposición dedicada a su figura.

El director de cine Achero Mañas, que fuma desde los doce años, ha rodado un documental en el que se incluye un análisis de la sangre de 25 fumadores y 25 no fumadores. El resultado es que el valor medio de cotinina (el producto resultante de la transformación de la nicotina en el organismo humano) que corre por nuestras venas es el equivalente al de un fumador de siete cigarrillos diarios.

No sé si este estudio tendrá un valor estadístico y científico plenamente válido, pero no se puede negar que los pulmones de los no fumadores están expuestos al humo del tabaco y que también repercute en su salud... al igual que lo hace el que sale de los tubos de escape de los coches de quienes desprecian el transporte público o de las supuestamente ecológicas centrales de conversión de biomasa en energía eléctrica para que mi vecino pueda pasar 24 horas diarias con el aire acondicionado encendido y las ventanas abiertas cuando los termómetros de la calle marcan 25 grados, mi empresa tenga su oficina en un edificio "inteligente" en el que no se pueden abrir las ventanas, con calefacción y aire acondicionado permanentes los 365 días del año, o mi ayuntamiento encienda decenas de miles de bombillas de colores en Navidad para que sigamos consumiendo por encima de nuestras posibilidades.

La mayoría de las campañas antitabaco me parecen estupendas, pero aún me parecería mejor que la Sanidad pública costeara las diferentes herramientas que existen para ayudar a los adictos a la nicotina que lo deseen a liberarse de su dependencia. Y no me refiero solo a los fármacos bupropión y vareniclina, sino también a métodos menos ortodoxos desde el punto de vista de la medicina alopática, como la hipnosis, la acupuntura o la fitoterapia.

Pero sobre medicinas alternativas ya escribiré otro día, porque ahora tengo que bajar a la farmacia a comprarme unos chicles de nicotina.

17 comentarios:

  1. Pero qué malas son las drogas... y yo encima haciendo estudios para que las grandes tabaqueras sepan cómo vender mejor sus productos, y como siempre a los más jóvenes que son los que les interesan más...

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  2. Ileana María Rodríguez6 de julio de 2009, 17:45

    Hola, Belén, soy Ileana, y me ha encantado recibir el enlace para tu blog, y conocerte de esta manera.
    He leído tu artículo sobre la adición a la nicotina, y realmente he quedado impresionada con el amplísimo conocimiento que tienes de ésa, tu “enfermedad”.
    También soy adicta. Comencé a fumar alrededor de los 14 años y te cuento cómo. Mi padre, fumador desde la adolescencia, único varón en una familia grande, cuyos tíos eran dueños de una de las marcas de cigarrillos más vendidas en la Cuba de la década del 40, y le traían “al niño” las ruedas de cigarrillos de regalo, siempre tenía en la gaveta de la mesilla de noche varias cajas de éstos. Yo, que me sabía este cuento, un día le cogí a mi padre un cigarrillo de la caja que tenía abierta y lo llevé a la escuela como un trofeo. Con varias de mis amigas entramos en el baño a la hora del receso y entre todas nos lo fumamos, con aires de persona mayor. Esto se fue haciendo un hábito, y entonces comenzamos a mirar en el filtro del cigarrillo (eran de papel), a qué letra se parecía la forma que tenía cuando terminábamos de fumarlo: ¡con esta letra comenzaba el nombre del muchacho que estaba pensando en la última que había fumado de este cigarrillo! ¡Qué inocencia!
    Un día, varios años después, le dije a mi padre que me dejara encenderle un cigarrillo, y me contestó: “Usted fumará cuando pueda pagarse el vicio”. Y así lo hice. Con mi primer salario compré una caja de cigarrillos y me fui a fumarlo con él. De esto hace ya 32 años.
    Fumo porque me gusta, disfruto el placer de encender el cigarrillo, y de apagarlo también. No obstante, a lo largo de mi vida he tenido períodos de abstinencia voluntaria: los embarazos, las lactancias, varias enfermedades, pero al final vuelvo a fumar, porque me gusta.
    Mi padre tiene hoy 75 años, fuma dos cajas de cigarrillos diarias y es lo más saludable que he visto yo en ancianos; sin embargo, mi madre murió a los 61 con un cáncer de mama y metástasis en el hígado, y jamás fumó. No discuto para nada, sobre todo porque soy muy ignorante (a propósito) en este tema, que la incidencia de la nicotina en el organismo humano es dañina, como cualquier otra sustancia tóxica, quizá incluso más. Pero tampoco me martirizo informándome demasiado de estos temas, ya que sé que no dejaré de fumar.
    Hay temas de la cotidianidad que conozco, pero no me interesan, éste es uno de ellos. A veces, leyendo recurrentemente “El país de las sombras largas”, de Hans Ruesh (uno de los libros que leo y releo y nunca me aburren), pienso que aquellos esquimales eran tan inocentemente felices, porque eran muy ignorantes. Yo prefiero vivir ignorando algunos temas, en aras de aumentar el nivel de felicidad, que ya es poco en esta vida.
    Por lo demás, parafraseo a un antiguo compañero de trabajo: “Si uno no se muere de cáncer, se muere de SIDA, y si no, de aburrimiento”.

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  3. Gracias por tu comentario, Ileana. Antes que cualquier otra cosa, yo respeto el derecho de cada cual a hacer lo que quiera con su vida y con su cuerpo. A mí también me gusta fumar, pero, como soy consciente de mi adicción a la nicotina, lo he abandonado por completo.

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  4. Bueno, Bego, no te tortures. Para ser absolutamente coherentes con nuestros principios tendríamos que irnos a vivir a una cueva o a una isla desierta. Todos tenemos nuestras contradicciones.

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  5. Se que fumar es malo. Pero como todo lo malo y prohibido tiene su encanto.
    Tengo total adicción al tabaco, es uno de los placeres que aun me quedan y no quiero renunciar a ello.
    Soy consciente de como nos puede perjudicar pero he tomado la decisión, equivocada seguro, de seguir con ella.
    Pienso que es mucho peor lo que respiro cada día por la calle, y nadie hace nada al respecto.

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  6. Gracias por tu comentario, amiga o amigo. Te digo lo mismo que a Ileana: me parece muy respetable tu decisión. La mía es que, como no puedo ser fumadora ocasional y fumar solo algún cigarrillo de vez en cuando, cuando realmente me proporcione placer, prefiero dejarlo para siempre.

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  7. Hola, soy Ileana de nuevo. No entendiste. Parto del principio de que del debate salen las buenas ideas. Admiro tu capacidad de interiorizar este conocimiento (yo no la tengo) y tu voluntad de privarte de algo que te gusta. Solo te expuse mi punto de vista. Por ejemplo, admiro también tu voluntad de someterte a una dieta férrea y a un régimen de ejercicios para bajar los kilos de más. Yo no lo hago. No hay nada para mí más placentero que caminar por mi malecón habanero comiendo un bocadito de helados, o chocolates…, y qué decir de los dulces caseros, las natillas, flanes, dulces en almíbar… Esto no quiere decir que no coma sano, trato de hacerlo siempre. Pero creo que los kilos de más (que ya son 10) se los debo más a los años y a la herencia familiar, que a los chocolates.
    Recuerdo ahora un correo que me pasó una amiga con una imagen y un pie que decía: “Recuerda vivir con este lema: La vida NO debe ser un viaje a la tumba con la intención de llegar segura, en un cuerpo atractivo y bien conservado, sino, más bien, llegar patinando de lado, con chocolate en una mano, una copa de vino en la otra, hecha polvo y gritando: '¡¡¡uaaaau, qué viaje!!!'

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  8. Totalmente de acuerdo con el mensaje de tu amiga, Ileana. Como decía John Lennon, la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes. No podemos dejarla pasar de largo. Hay que disfrutar de cada instante. Yo disfruto ahora del placer de caminar por la montaña sin ahogarme cuando subo una cuesta, como me sucedía cuando fumaba un paquete de tabaco al día, y de levantarme sin carraspera. Y, a pesar de las dietas, por supuesto que disfruto de algún dulce de vez en cuando. Ojalá pudiera hacerlo paseando por el malecón habanero, por el que he caminado tantas veces... Me gustaría poder convertirme en fumadora ocasional, porque no creo que un par de cigarrillos diarios sean más perjudiciales para los pulmones que vivir en una gran ciudad. Pero he comprobado que es imposible. Mi adicción supone que debo elegir entre todo o nada en esto del tabaco. Y me quedo con nada, porque hay otros muchos placeres, aparte del que me proporcionaba fumarme un cigarrillo, que me deleitan a diario.

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  9. Estoy esperando tu próximo artículo. Te mando un saludo.

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  10. Otro saludo para ti. Ileana. Ya tienes otro artículo. A ver qué te parece.

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  11. Ya vemos que todo lo malo se aprende en Horche. También los mejores momentos de la vida los hemos pasado alli. Espero que tu unico recuerdo de ese patio no sea sólo el tabaco.

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  12. ¿Quién ha dicho eso, querida o querido Anónimo? De hecho, Carlitos sigue siendo uno de mis mejores amigos.

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  13. No te enfades. Carlitos también es muy amigo mío, y tu también.....lo unico que queria era ponerle una nota de humor al tema y recordarte lo bien que te lo has pasado en Horche, Orche como se dice ahora, a pesar de que alli te enseñasemos a fumar y a otras cosas.
    Besos.

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  14. Tranqui, ya dedicaré una entrada especial a Horche en vez de una simple referencia en un artículo sobre mi lucha contra el tabaco. ;-)
    Besos para ti y tu family también.

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  15. Yo no fumaba, pero recuerdo el año en que nos hicimos la foto, en Santiago de Cuba, tú si fumabas y mucho, un montón... hasta yo me fumé algunos cigarrillos de los tuyos (¿la cajetilla era azul ?, ya no recuerdo)... y también recuerdo, ya muy reciente, en Madrid, tu lucha por dejar de fumar.

    Así que, ya que lo has logrado, te apoyo en el empeño de transmitir tus ideas y de ayudar a que otros también lo consigan.

    Yo no fumaba, y sigo sin fumar !

    Soy el penúltimo de la foto.

    Un beso Belén, de tu hermano cubano.

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  16. ¡Muchas gracias! Un beso para ti también.

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  17. No es qeu la adicción al alcohol sea similar ala de la nicotina, si no que esta es muy superior, de hecho yo he oído decir a varios médico qeu la nicotina es la sustancia mas adictiva que se conoce.

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