sábado, 22 de enero de 2011

Feminismo


Me preocupa haber oído a varias personas que enarbolan banderas progresistas despotricar del feminismo. Me preocupa oír decir a ciertas mujeres que no son feministas, sino femeninas. Quizá no se han parado a pensar que si no fuera por el movimiento feminista no tendrían voz ni derechos que hoy consideramos obvios. Hace tan sólo unas décadas, cuando yo era pequeña, mi madre no podía abrir una cuenta en un banco por ser mujer.

Hay mucha confusión en torno a este movimiento. Yo tengo la suerte de haberlo conocido un poco más que la mayoría de la gente gracias a mi contacto con varias personas vinculadas al feminismo. Por ellas sé que ver al hombre como un enemigo a batir no es feminista. Se puede amar a los hombres y ser feminista. Es más, se puede ser hombre y ser feminista. ¿O acaso para defender la igualdad entre las razas se exige pertenecer a alguna que sufra discriminación?

No es feminista, sin embargo, sostener que si las mujeres mandaran el mundo sería más justo. ¿Si las mujeres mandaran? ¿Qué mujeres? ¿Ana Patricia Botín? ¿Esperanza Aguirre? ¿Angela Merkel? A esto lo llamo yo pseudofeminismo.

El colmo de la estupidez pseudofeminista es sostener posturas cercanas a aquella cantinela idiota que algunas niñas repipis repetían en el cole: "Hurra, hurra, hurra, los chicos a la basura. Ra, ra, ra, las chicas valen más". Porque tiene tan poco sentido considerar superiores a las mujeres como a los hombres.

Este feminismo de pacotilla hace mucho daño al verdadero feminismo, al que compartimos hombres y mujeres que apostamos por la igualdad, al que sigue siendo necesario mientras sigan muriendo tantas mujeres a manos de sus parejas, mientras a las ministras se las critique por su corte de pelo o su vestuario en lugar de por sus actuaciones, mientras los puestos de responsabilidad en las instituciones privadas y públicas sigan copados por hombres y mientras siga existiendo un desequilibrio entre los sueldos de unos y otras.

De lo que sí estoy convencida es de que nos iría mejor a todos si primaran los valores asociados tradicionalmente a lo femenino -la solidaridad, la generosidad, la empatía...- en lugar de los asociados a lo masculino -la competencia, la ambición desmedida...-. Y digo "tradicionalmente" con toda la intención, porque, por fortuna, la frontera entre ambos se ha desdibujado y, al igual que hay mujeres, como doña Espe o la alemana Merkel, que han hecho suyos los segundos, hay muchos, muchísimos hombres cuya vida y cuyo comportamiento están regidos por los primeros.

Por todo ello, me declaro feminista, feminista y defensora y amante de las personas -hombres y mujeres- empáticas, generosas y solidarias.

2 comentarios:

  1. Yo siempre entendí feminismo como igualdad, por eso nunca nunca he comprendido esas otras acepciones que algun@s le buscan para desprestigiarlo o para ensalzarlo como una forma más de desigualdad...

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  2. Es que tú eres uno de esos hombres con los que el mundo sí que funcionaría mejor si rigieras su destino.

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